miércoles, 21 de septiembre de 2016

VALORES ÉTICOS -4ºESO-
CONTENIDOS BÁSICOS

1. ANIMALES QUE HACEN PLANES

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Pensamos usando un complejo lenguaje
Nuestra especie, la especie humana, ha aparecido sobre el planeta hace unos doscientos mil años. Ha surgido como colofón final de un largo proceso evolutivo, como cualquier otra especie viva existente.
Pero en ese proceso evolutivo hemos adquirido ciertas capacidades que nos han convertido en una especie animal muy peculiar. La más determinante es la capacidad de manejar un articulado y complejo sistema de signos que empleamos para comunicarnos con los demás, y para comunicarnos con nosotros mismos (es decir, para pensar).
Y esto último, pensar usando un lenguaje, convertir los signos empleados para comunicarnos en ideas, es algo que no hace ningún otro animal. A lo que hay que añadir que el lenguaje humano, cualquiera que sea la lengua natural que hablemos, nos permite hacer cosas que no permite ningún otro sistema de signos. Desde luego, ningún lenguaje animal. Nos permite, por ejemplo, referirnos a cosas lejanas en el espacio y el tiempo, nos permite hablar acerca del lenguaje con el propio lenguaje (= es autorreferente), nos permite representar cosas individuales y clases de cosas, cosas concretas y cosas abstractas, cosas existentes e inexistentes, etcétera.

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Pensar usando un lenguaje nos permite distanciarnos de la realidad,
imaginar otras realidades, hacer planes, etc.
Como consecuencia de esta capacidad de pensar usando un lenguaje articulado y complejo, podemos abstraernos de la realidad inmediata para someterla a análisis. Podemos tomar distancia frente a nosotros mismos, y tomar conciencia de nuestra situación y de nuestros estados internos. Podemos plantearnos qué hacer ante unas determinadas circunstancias. De modo que ya no estamos totalmente sometidos a los impulsos naturales, a los instintos, a la programación genética, como el resto de los animales.
Pues bien, como nuestra vida ya no se desarrolla siguiendo enteramente una programación natural, y cómo tenemos la capacidad de reflexionar, nos vemos obligados a decidir qué hacer con ella nosotros mismos. Y por eso necesitamos planes o proyectos que orienten nuestras decisiones. Necesitamos planes o proyectos para suplir esa indeterminación natural.
De hecho todos estamos haciendo planes o proyectos continuamente: tenemos ciertos planes para esta tarde (estudiar, quedar con los amigos, ir a clases de inglés, etcétera), planes para cuando acabe el curso (estudiar bachillerato, un ciclo formativo, repetir curso, buscar trabajo, etcétera), planes a más largo plazo (estudiar una determinada carrera, seguir con un ciclo formativo de un grado superior, etcétera).
Los planes y proyectos se insertan dentro de otros planes y proyectos: los planes y proyectos a corto plazo se insertan en planes y proyectos a largo plazo; los planes y proyectos personales se insertan dentro de planes y proyectos colectivos.
Así, por ejemplo, mi plan inmediato para estar tarde era, quizá, quedar con los amigos. Pero nos han adelantado el examen de matemáticas, así que me quedaré estudiando. Porque mi proyecto a medio plazo es sacar el título de ESO, y si quiero conseguirlo me conviene ir aprobando los exámenes que se me van presentando.
Quizá mi plan personal al acabar bachillerato era hacer una determinada carrera. Pero quizá el Ministerio de Educación ha eliminado esa titulación del sistema educativo. Con lo cual tengo que cambiar mis planes personales.

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El proyecto de la modernidad como proyecto de los proyectos,
el proyecto en el que vivimos instalados hoy en día
Bien, repasemos, hacemos planes o proyectos para dirigir nuestra vida (individual o colectiva) que dependen de otros más generales, los cuales puede que dependan de otros más generales, etcétera. Y entonces la pregunta es ¿hay algún proyecto que sea el proyecto más general? ¿Hay algún proyecto, hoy en día, que no dependa de otro más general? ¿Hay algo así como un proyecto global de vida humana?
Lo hay. Siempre lo hay. Aunque no seamos conscientes de ello. Hoy vivimos instalados en lo que se puede denominar «proyecto de la modernidad», o también «proyecto ilustrado». Ese proyecto comienza a desarrollarse en Europa Occidental, en el Renacimiento (con el Humanismo y la Revolución científica), y alcanza su plenitud con la Ilustración.
El proyecto de la modernidad liquida el proyecto instalado en Europa hasta entonces, el proyecto cristiano-medieval. Posteriormente el proyecto de la modernidad se expandirá, de forma más o menos intensa según los sitios, por el planeta entero.
Este proyecto se caracteriza por:
(1) Una determinada manera de entender el ser humano.
(2) Una determinada manera de entender el conocimiento y la ciencia.
(3) Una determinada manera de entender la realidad natural.
(4) Una determinada manera de entender la sociedad y el Estado.
(5) Una determinada manera de entender la historia.
(6) Una determinada manera de entender la economía.
Veremos todas estas cosas con más detalle en el apartado 2.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. ¿Qué diferencias fundamentales encuentras entre los seres humanos y otras especies animales?
3. ¿Qué consecuencias tiene para la vida humana el hecho de que podamos pensar usando un lenguaje?
4. a) ¿Por qué necesitamos hacer planes o proyectos de vida los seres humanos? b) ¿Y por qué los animales no necesitan hacer planes o proyectos de vida?
5. a) Busca información sobre el movimiento humanista del Renacimiento. ¿Dónde surge? ¿Qué lo caracteriza? b) Busca información sobre el movimiento ilustrado. ¿Dónde y cuándo se desarrolla? ¿Qué se proponía?


2. EL PROYECTO DE LA MODERNIDAD (O PROYECTO ILUSTRADO)
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La concepción moderna del ser humano
A partir del mundo moderno se considera que el ser humano, todo ser humano, posee autonomía racional. Esto quiere decir que todo ser humano es capaz de pensar por sí mismo usando la razón. Y que la razón es una capacidad que se encuentra por igual en todos los seres humanos.
Pero de aquí se siguen varias consecuencias:
(1) Si todos los seres humanos son capaces de pensar por sí mismos, todos los seres humanos deben ser libres para dirigir su propia vida.
(2) Si los seres humanos son capaces de pensar por sí mismos, y deben ser libres para dirigir su propia vida, entonces no tiene sentido diferenciar entre señores y siervos. Nadie ha nacido para señor. Nadie ha nacido para siervo.
(3) Si todos los seres humanos poseen autonomía racional, y deben ser libres para hacer sus propios proyectos de vida, entonces no es lícito reducir la vida humana a la condición de instrumento para los fines de otro (como cuando se la reducía a la condición de siervo o esclavo). Porque cada ser humano puede plantear sus propios fines.
En el siglo XVIII Kant (un filósofo alemán, el más profundo representante del movimiento ilustrado) sacará la conclusión de que cada ser humano es valioso por sí mismo. Es decir, posee dignidad (del latín dignitas, -atis, que hace referencia a lo excelente, a lo que es valioso).
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Esta manera de concebir al ser humano rompe con la cristiano-medieval (muy influida por la filosofía platónica y aristotélica). En la que:
(1) Se parte de que no todo ser humano alcanza la plenitud racional, por lo que algunos seres humanos (las mujeres, los siervos) permanecerían toda su vida siendo una especie de niños, cuya vida debe ser dirigida por otros.
(2) Se sostiene, además, que ni siquiera aquellos que están en el uso pleno de la razón, disfrutan de un pensamiento realmente autónomo. Pues la razón no es apta para alcanzar la verdad primera, el principio primero que sirve de fundamento al saber y a la moral. Este principio primero es Dios, y para su conocimiento se necesita de la fe, que viene dada como un don gratuito de Dios (como una gracia).
(3) Pese a que el cristianismo es la religión dominante en Europa, y a que el cristianismo sostiene que todos somos hijos de Dios, y por lo tanto esencialmente iguales, esa igualdad queda reducida al ámbito espiritual. Mientras, en la vida cotidiana y terrena, se mantiene una fuerte jerarquización social, herencia del mundo grecorromano, aunque adaptada a las nuevas circunstancias. Se construye una sociedad compuesta de señores (que han nacido para mandar) y siervos (que han nacido para servir), y en la que las mujeres quedaban sometidas a los varones.

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La concepción moderna del conocimiento
Hemos visto que, con el nuevo proyecto de la modernidad se parte de que los seres humanos son racionalmente autónomos. Esto quiere decir que cada ser humano tiene el uso pleno de la razón que le permite pensar por sí mismo.
Pero esta idea se radicaliza y se llega a la conclusión de que la razón no necesita de nada más que de sí misma: no necesita apoyarse en la fe, como pensaban los medievales, pero tampoco necesita de la autoridad, ni siquiera de la experiencia.
Pero ¿qué modo de razonar es ese que no necesita siquiera apoyarse en la experiencia? Pues el razonamiento matemático. El entendimiento humano puede generar por sí mismo razonamientos matemáticos, sin depender de nada externo al propio entendimiento.
Esta idea de que cada individuo puede pensar por sí mismo, y de que razonar es hacer matemáticas, propicia un cambio en la manera de entender el conocimiento, que hoy conocemos como Revolución científica del Renacimiento.
A partir de este cambio, de esta Revolución científica, se entiende que hacer ciencia es reducir la realidad a lenguaje matemático. Es decir, explicar algo es reducirlo a algún tipo de fórmula matemática. Comprender algo es descubrir la fórmula o ley matemática que gobierna ese fenómeno.
De modo que, cuando los científicos se encuentran con algún fenómeno que quieren explicar (por ejemplo, la velocidad que adquiere un cuerpo en caída libre) elaboran hipótesis matemáticas para explicarlo. Para comprobar si una hipótesis matemática es correcta plantean experimentos (que son experiencias planificadas de antemano para dar respuesta a algo). Si los experimentos avalan la hipótesis se considera que es correcta y se convierte en una ley o teoría. (Así, la velocidad que adquiere un cuerpo en caída libre queda expresada por la fórmula: v=v0+-g.t., en la que todos los elementos pueden ser sustituidos por cantidades.)
Este procedimiento para obtener saber, consistente en plantear hipótesis matemáticas y contrastarlas con la experiencia, fue conocido posteriormente como método científico.
Además se considera que el conocimiento ha de tener un fin práctico: dominar la naturaleza para ponerla a nuestro servicio. Se considerará que el saber por el saber carece de valor.
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Esa manera de entender el conocimiento rompe con la explicación cristiano-medieval del conocimiento. Para el pensamiento cristiano-medieval explicar algo consistía en deducirlo a partir de un principio. El cual se deducía de un principio anterior, y este de otro anterior, etcétera. Hasta alcanzar el primer principio, que es Dios. A partir de Dios se explicaría todo. Pero, como ya hemos dicho, el conocimiento de Dios no se puede obtener solo con la razón, por eso era necesaria la fe. La razón quedaba subordinada a la fe porque solo esta nos permitiría conocer el principio primero a partir del cual explicarlo todo.
Además se consideraba que la forma superior de conocimiento es el conocimiento contemplativo, el conocimiento por el conocimiento. Mientras que los saberes con un fin práctico eran considerados saberes menores, propios de siervos (por eso a este tipo de saberes se les denominaba artes serviles).

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La concepción moderna de la realidad natural
Como ya hemos dicho, a partir del Renacimiento triunfa la idea de que la realidad está escrita en caracteres matemáticos. Pero ¿qué hay en el mundo que pueda ser reducido a caracteres matemáticos? Pues aquello que se puede expresar mediante cantidades (que se puede medir, pesar, contar, etcétera). Por eso se considerará que la auténtica realidad, la realidad objetiva, es aquella que está compuesta por cuerpos extensos (esto es medibles), que se mueven en una espacio uniforme (que también es medible, ya que posee longitud, profundidad y anchura), y se despliegan en un tiempo uniforme (que también es medible, podemos contar segundos, minutos, horas, etcétera). (Por el contrario allí donde algo no se puede medir, contar, pesar, etc., ese algo sería una mera percepción subjetiva, no auténtica realidad).
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Esto rompe con la concepción cristiano-medieval, según la cual el mundo es finito. Y el espacio no es uniforme, sino que hay un centro, un arriba, un abajo, un límite del Universo, etcétera. Y las cosas tienen distintas propiedades según el lugar del espacio en que se encuentren (así, los cuerpos terrestres están compuestos de distintos materiales que los celestes, poseen distintos tipos de cambio, etcétera). Y el tiempo tampoco es uniforme: hay un principio (el momento de la creación), otra serie de momentos esenciales (la expulsión del paraíso y la entrada en la historia, el pacto de Dios con el pueblo judío, la venida de Cristo) y habrá un final (el juicio final), etcétera. Es decir, para los medievales el Universo es como una especie de casa, donde cada cosa tiene su lugar propio, y donde todo tiene una finalidad.

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La concepción moderna del orden social y político
Como ya hemos visto, a partir del mundo moderno triunfa la idea de que el ser humano es racionalmente autónomo. Y que, por lo tanto, cada individuo está en condiciones de dirigir su propia vida. Por lo que no se puede dividir la humanidad en señores y siervos. Nadie nace para servir, nadie nace para ser señor.
Esto lleva al desarrollo de un modelo social y político en el que se entiende que los individuos son libres e iguales, y que han de estar sometidos únicamente a la ley, pero no a otros seres humanos. Esto es lo que significa ser ciudadano (estar sometidos a las leyes, que establecen los derechos y deberes, pero no a otros seres humanos).
Así nace la concepción moderna del Estado, de carácter liberal (los individuos son libres, y disfrutan de unos derechos que garantizan esta libertad para organizar su vida), y democrático (la soberanía reside en el conjunto de la nación). (A este modelo de Estado también se le puede llamar modelo republicano de Estado, pues, aunque en muchos de estos Estados siga habiendo un rey, este no gobierna, se limita a cumplir funciones de Jefe de Estado. Y los individuos no están sometidos personalmente a ese rey, sino solo en tanto cumple sus funciones de Jefe de Estado).
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Esto rompe con el proyecto cristiano-medieval, en donde prevalecía un sistema feudal: es decir, una sociedad jerarquizada, con estamentos, en la que los individuos estaban sometidos «personalmente» unos a otros, bien como vasallos, bien como siervos.

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La concepción  moderna de la historia
Recordemos, una vez más, que en el mundo moderno se impone la tesis de que el ser humano es un ser racionalmente autónomo, capaz de usar la razón para dirigir su conducta. Y se impone también una nueva concepción del conocimiento y de su papel: el conocimiento científico se caracteriza por la matematización y la experimentación, y su objetivo es obtener fines prácticos, consistentes en dominar la naturaleza para ponerla a nuestro servicio.
Pues bien, el uso de la razón para dirigir la conducta, y, más en concreto, para controlar la naturaleza y ponerla a nuestro servicio hará entrar a la humanidad en una era de progreso constante, en la que todos los problemas tradicionales se irán solucionando: se cree que con ayuda de la ciencia se acabará con el hambre y las enfermedades, y que la aplicación de la razón a dirigir la vida humana creará sociedades más justas, individuos más libres y tolerantes con las creencias ajenas, moralmente mejores, etcétera. Es decir, a partir del mundo moderno se considera que la historia es el escenario del progreso.
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Esa concepción de la historia rompe, una vez más, con la cristiano-medieval.
Uno de los más influyentes pensadores medievales, Agustín de Hipona, dirá que la historia es la lucha entre la Ciudad de Dios (constituida por aquellos que anteponen a Dios a todo lo demás), y la Ciudad Terrenal (constituida por aquellos que anteponen lo sensible a Dios). Esta concepción está presente en todo el mundo cristiano-medieval.
La historia es, pues, concebida como el escenario de la salvación: la historia aparece cuando el hombre peca (al pecar Adán y Eva) y es arrojado del paraíso y condenado al dolor y a la muerte. A partir de entonces la vida humana es una lucha contra el pecado para alcanzar la salvación (que nos permitirá vivir de nuevo en presencia de Dios). («Tan alta vida espero que muero porque no muero», decía santa Teresa en el declinar del proyecto cristiano-medieval).

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La concepción moderna de la producción (de la economía)
En el mundo moderno se desarrolla también un nuevo modo de organización y producción de bienes, que se conoce como modo de producción capitalista. El modo de producción capitalista se caracteriza por la defensa de la propiedad privada y la libertad de mercado. Libertad de mercado significa libertad para comprar y vender libremente todo tipo de mercancías (incluido la propia fuerza de trabajo). Los precios y salarios serán fijados en esa interacción libre.
(Marx dirá que precisamente aquí está el origen de la libertad e igualdad humana: el capitalismo necesita libertad para la compraventa de mercancías, e igual disposición para comprar o vender. Pero, según Marx, esa libertad e igualdad no dejan de ser una libertad e igualdad «abstractas». Pero dejaremos el análisis de esta posible interpretación para más adelante).
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El modo de producción capitalista contrasta con el medieval, de carácter feudad, en el que las tierras están en manos de los señores y solo pueden ser trasmitidas por herencia. Y en el que la producción estaba regulada por los gremios de artesanos (y no por el mercado) que decidían quién puede producir según qué cosas, qué cantidad de bienes se podían producir, cuáles habían de ser los precios de las mercancías, etcétera.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. (a) ¿Cómo se concibe a partir del mundo moderno al ser humano? (b) ¿Y cómo se concebía en el mundo cristiano-medieval?
3. (a) ¿Qué quiere decir que el ser humano es «racionalmente autónomo»? (b) ¿Todo el mundo es racionalmente autónomo? ¿Un niño de dos años es racionalmente autónomo?
4. ¿Qué consecuencias tiene, frente al proyecto medieval, aceptar que todos los seres humanos son racionalmente autónomos?
5. ¿Qué conclusiones saca Kant, el más importante filósofo ilustrado, de que el ser humano sea concebido como racionalmente autónomo?
6. (a) ¿Cómo se entiende a partir del Renacimiento y el mundo moderno el conocimiento? (b) ¿Y cómo se entendía en el mundo cristiano-medieval?
7. (a) ¿Qué papel se atribuye en el mundo moderno al conocimiento? (b) ¿Y qué papel se le atribuía en el mundo medieval?
8. (a) ¿Qué papel cumplen las matemáticas, y qué papel cumple el experimento, en la nueva manera de entender la ciencia? (b) ¿Qué es un experimento?
9. ¿Por qué el pensamiento cristiano-medieval consideraba que la razón no es suficiente para alcanzar conocimiento?
10. (a) ¿Cómo se concibe en el mundo moderno la realidad natural? (b) ¿En qué se diferencia esta concepción de la medieval?
11. (a) ¿Cómo se concibe el orden social en el mundo moderno? (b) ¿Y en el mundo medieval?
12. (a) ¿Qué diferencia hay entre ser siervo o señor y ser ciudadano? (b) ¿Cómo estaban reguladas las relaciones entre los individuos en la sociedad feudad? (c) ¿Cómo están reguladas esas relaciones en la sociedad moderna?
13. (a) ¿Por qué se puede decir que en el mundo moderno, en el proyecto de la modernidad, la historia es el escenario del progreso? (b) ¿Y por qué se puede decir que en el mundo medieval, en el proyecto cristiano-medieval, la historia es el escenario de la salvación?
14. ¿En qué se diferencia el modo de producción capitalista del modo de producción feudal?


3. DIGNIDAD Y CIUDADANÍA

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Introducción
Hemos visto como el proyecto de la modernidad, que culmina en la Ilustración, trae consigo una determinada manera de entender el ser humano. El ser humano, todo ser humano, es concebido como un ser que posee autonomía racional, es decir, que es capaz de pensar por sí mismo, que tiene la capacidad de pensar empleando la razón.
Esta manera de entender el ser humano tiene consecuencias éticas y políticas. En el campo de la ética se concluirá que todo ser humano posee dignidad. En el capo de la política se concluirá que todo ser humano ha de tener la condición de ciudadano.

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La dignidad
Dignidad es un término castellano que procede del latín dignitas, que significa excelente, valioso. Cuando decimos que la vida humana posee dignidad queremos decir que es valiosa por sí misma, que cada ser humano es valioso por sí mismo.
El primer filósofo que defiende de modo claro esta tesis -la de que todo ser humano posee dignidad-, es Kant, un filósofo alemán del siglo XVIII, el más destacado representante del movimiento ilustrado.
Kant comienza defendiendo esa idea moderna de que todo ser humano posee autonomía racional. Hecho esto se dedica a analizar esa capacidad humana de razonar, y descubre que la razón tiene dos usos: un uso teórico y un uso práctico.
El uso teórico es el uso de la razón para conocer cómo funciona el mundo. (Recuerda que en el mundo moderno nace una nueva manera de entender la ciencia, según la cual el conocimiento científico se caracteriza por el intento de explicar cómo funciona el mundo. Para ello trata de reducir los fenómenos a hipótesis matemáticas, y comprobar mediante experimentos si esas hipótesis son las correctas).
Pero la razón también nos sirve para dirigir nuestra vida, para orientar nuestra conducta, para decidir qué debemos, o qué no debemos, hacer. Ese es el uso práctico de la razón.
Analizando el uso práctico de la razón saca Kant varias conclusiones:
(1) La capacidad que tenemos de pensar y tomar decisiones, de dirigir nuestra vida, nos convierte en seres morales, en seres capaces de juzgar las cosas como buenas o malas y de tomar decisiones que pueden ser valoradas como buenas o malas.
(Efectivamente, nuestras decisiones pueden ser juzgadas como buenas o malas porque nosotros las hemos elegido, con plena conciencia de lo que hacíamos y de sus consecuencias. Por el contrario, las acciones de un ser incapaz de elegir o prever las consecuencias de sus actos, no podrían ser juzgadas en esos términos).
(2) La capacidad de usar la razón para dirigir nuestra vida nos convierte en seres autónomos. Esto es, en seres capaces de decidir por nosotros mismos y establecer por nosotros mismos los fines que queremos lograr.
(3) Si somos seres autónomos entonces es que cada uno de nosotros es un fin en sí mismo. Porque es el ser humano, cada ser humano, el que decide qué hacer o qué no hacer, qué ser o qué no ser. Dicho de otro modo, no se puede reducir la vida humana a ser un instrumento al servicio de otra cosa, porque con ello estaríamos negando la propia condición humana. Estaríamos negando lo que nos hace humanos: la autonomía moral, la capacidad de decidir por nosotros mismos.
Pues bien, decir que el ser humano es un fin en sí mismo es lo mismo que decir que es valioso por sí mismo. A diferencia de otros tipos de realidades que valen en la medida en que «sirven para» hacer algo con ellas. (Las cosas, los instrumentos, reciben su valor de nosotros que los hacemos, los usamos, les damos una finalidad. Pero, ¿de dónde podría la vida humana recibir el valor? ¿Qué o quién podría determinar la finalidad de la vida humana si no lo hiciesen los propios seres humanos?).
Y por eso, dice Kant, que el ser humano posee dignidad. Pues digno es, como hemos visto, lo excelente, lo que es valioso.

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La ciudadanía
Recuerda que en el mundo medieval (y en otras épocas) se diferenciaba a los seres humanos en señores (que nacen para mandar) y siervos (nacidos para servir).
Pero el reconocimiento de la autonomía racional de todos los seres humanos lleva a combatir esta separación estamental. Si todos los seres humanos poseen autonomía racional esto implica que todos los seres humanos están capacitados para dirigir su propia vida, para decidir cómo quieren vivir.
Eso lleva a defender que los seres humanos han de relacionarse unos con otros en pie de libertad e igualdad. El único sometimiento que será aceptable es el sometimiento a las leyes, hechas para regular las relaciones entre tales individuos libres e iguales.
Por esa razón se defiende que los seres humanos han de tener la condición de ciudadanos. Pues un ciudadano es un individuo que sometido a las leyes, pero no a otros seres humanos. Unas leyes que deben fijar cuáles sean los derechos y deberes de tales individuos.
Esta defensa de la condición de ciudadanos para todos los seres humanos fue defendida ya por Locke, el en siglo XVII. Pero, en la práctica, tardó todavía siglos en imponerse en los países más desarrollados y avanzados. En otros, todavía hoy no hay una ciudadanía generalizada.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. ¿Qué significa y de dónde procede, originariamente, el término dignidad?
3. ¿Qué dos usos de la razón diferencia Kant? (b) ¿En qué consisten cada uno?
4. ¿Por qué el uso práctico de la razón nos convierte en seres morales?
5. ¿Por qué dice Kant que el ser humano es un fin en sí mismo?
6. ¿Qué quiere decir que el ser humano posee dignidad?
7. ¿Por qué dice Kant que el ser humano posee dignidad? (Esto es, en qué fundamenta Kant la dignidad humana).
8. ¿Qué significa ser ciudadano?
9. ¿Qué diferencia hay entre ser ciudadano y ser siervo?
9. ¿Qué relación hay entre el reconocimiento de la autonomía racional a todos los seres humanos y la condición de ciudadano?


4. DIGNIDAD, CIUDADANÍA Y DERECHOS HUMANOS

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La universalización de la ciudadanía y la dignidad: problemas
Recordemos que en el Renacimiento y el Mundo Moderno se construye un determinado proyecto de humanidad, cuyas características ya hemos visto anteriormente. De entre esas características nos interesa aquí señalar dos: (1) En el ámbito político los individuos adquieren la condición de ciudadanos. (2) En el ámbito moral se desarrolla la tesis de que todos los seres humanos poseen dignidad.
Pero la puesta en práctica de ese proyecto se enfrentó a dos tipos de problemas: (1) La universalización de la condición de ciudadano y del respeto por la dignidad humana se van imponiendo muy lentamente, dejando a amplios sectores de la población al margen. (2) Hay que aclarar cómo se materializa la condición de ciudadano y la posesión de dignidad (Es decir, ¿cuáles son los derechos y deberes que ha de tener un ciudadano?, ¿en qué se traduce eso de que cada ser humano es valioso por sí mismo?).

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Un poco de historia
En 1492 se produce el Descubrimiento de América, como consecuencia de una expedición financiada por Isabel I de Castilla y .organizada por Colón. (Algunos dicen ahora que no hubo ningún descubrimiento, dado que en América ya había gentes desde hacía unos veinte o treinta mil años. Pero si hablamos de descubrimientos geográficos, nos referimos a descubrimientos que puedan hacer quienes posean una «geografía», es decir, un mapa de la Tierra. En cualquier caso, los europeos, que sí tenían un mapa de la Tierra, se encontraron con algo que no figuraba en ese mapa).
Tras el «descubrimiento» se produce la conquista del continente por parte de los reinos hispánicos: Castilla, Aragón (agrupados bajo la Monarquía Hispánica), y Portugal. Esa conquista suscitó un debate muy fuerte entre los teólogos hispanos, especialmente los teólogos de la Universidad de Salamanca, sobre la legitimidad de la conquista y los derechos que deberían tener los conquistados. Entre estos teólogos destacaron Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Bartolomé de las Casas, etc., que defendieron la existencia de unos derechos naturales que poseerían todos los seres humanos, incluyendo, claro está, los «naturales» americanos.
Estos debates llevaron, primero a Fernando II de Aragón (Fernando el Católico) y luego a Carlos I, a propiciar la elaboración de un cuerpo de leyes (primero las Leyes de Burgos, de 1512, y luego las Leyes Nuevas de Indias, de 1542), muy avanzadas para la época y que pueden ser consideradas precursoras en el desarrollo de los derechos humanos. No obstante, hubo resistencias muy fuertes por parte de los colonos españoles a aceptar estas leyes, y dificultades de todo tipo para aplicarlas.
A finales del siglo XVIII se produce la Revolución americana (la «Revolución de las Trece Colonias», para ser exactos) que culmina con la Declaración de Independencia de los EE.UU. de América (en 1776), y la aprobación de la Constitución (en 1787), de carácter liberal y democrático.
En 1789, con la toma de la Bastilla, se inicia la Revolución francesa. Los revolucionarios proclaman la Asamblea Nacional Constituyente, que aprueba la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y ponen en marcha la creación de un Estado liberal y democrático.
A la Revolución americana y la Revolución francesa, le siguen otra serie de revoluciones en Europa y la América española y portuguesa, que expanden el modelo de Estado liberal y democrático.
La Revolución de las Trece Colonias, la Revolución francesa, y sus epígonos europeos y americanos, liquidan el Antiguo Régimen, y hacen triunfan el modelo de Estado liberal, en el que los individuos han de tener la condición de ciudadanos (condición que es incompatible con un régimen de servidumbre).

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Problemas no resueltos y nuevos problemas
Pese a que los nuevos Estados europeos y americanos reconocen la condición de ciudadanos a sus miembros, y pese a la ética de la dignidad que se desarrolla en paralelo a esa condición, sigue habiendo una parte considerable de la población excluida de la ciudadanía (y por ello también de la dignidad).
Así, en muchos de los nuevos Estados liberales europeos y americanos, las mujeres no pueden votar, y siguen estando sometidas a los varones en su vida privada. En otros, además, sigue existiendo la esclavitud, y las minorías étnicas (negros, judíos, descendientes de los pueblos americanos preeuropeos, gitanos, inmigrantes de origen asiático, etc.), siguen sin tener derechos políticos. Y, en algunos, también los pobres, incluidos los varones de los grupos étnicos dominantes, están excluidos de la ciudadanía. De modo que, pese a los cambios notables, los derechos siguen siendo el privilegio de un grupo (por lo general, los varones, de la etnia dominante, con cierto nivel de riqueza).
Y fuera de Europa y América, la situación es peor. Muchos países están reducidos a la condición de colonias, e incluso en los que no es así, perviven modelos de Estado de carácter feudal o semifeudal, con sociedades patriarcales y estamentales.
Además, el reconocimiento de la condición de ciudadanos no siempre garantiza la participación de estos en los beneficios sociales y económicos, imprescindibles para llevar una vida digna.
De modo que aparecen nuevos problemas: decidir cuáles son los derechos que lleva consigo la condición de ciudadano, y cuáles son los derechos acordes con el respeto a la dignidad humana.
La lucha por la dignidad, la extensión de la condición de ciudadano a quienes todavía no la han alcanzado, y establecer qué derechos son acordes con la dignidad humana y con la condición de ciudadano, se convierten en los motores de las luchas políticas y sociales a lo largo de los siglos XIX y XX.
Surgen así los movimientos feministas, las organizaciones obreras (sindicatos) y los movimientos abolicionistas (frente a la esclavitud), y antirracistas.
En el siglo XX aparecen, además, los regímenes totalitarios (tales como el nacional-socialismo, el fascismo, el socialismo soviético, el maoísmo), que liquidan los modelos liberales de Estado allí donde triunfan. Y al liquidar los modelos liberales de Estado acaban también con las libertades sociales y políticas que el liberalismo había traído consigo.
Especialmente brutal fue el régimen nacional-socialista alemán, basado en un ideario nacionalista y racista, que provocó la II Guerra Mundial, con decenas de millones de muertos en los campos de batalla, y que asesinó, en centros de exterminio, a millones de personas (en su mayoría judíos) por no pertenecer a la raza apropiada.

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La Declaración Universal de los Derechos Humanos
Tenemos, entonces, que el proyecto de humanidad que se desarrolla entre los siglos XV y XVIII -y que trae consigo una determinada concepción del ser humano en la cual este viene caracterizado por la condición de ciudadano y la posesión de dignidad-, se va imponiendo muy lentamente; e incluso con retrocesos notables (y brutales), en el siglo XX.
Pero, precisamente, las consecuencias terribles de la II Guerra Mundial -especialmente las atrocidades del nacionalsocialismo-, convencieron a los líderes políticos de los países vencedores de la guerra, y a otros líderes sociales, de que era necesario establecer un código de derechos válido para todos los seres humanos. Un código de derechos que comprometiese a todos los Estados a respetar la dignidad y la condición de ciudadanos de todos sus miembros. Y dónde se estableciese de un modo claro los derechos que lleva asociado el reconocimiento de la condición de ciudadano y el respeto a la dignidad.
Así es como se consiguió que, el 10 de diciembre de 1948, en una Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, se aprobase la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es una asociación formada por casi todos los Estados soberanos que existen actualmente (un total de 193). Es la mayor organización internacional existente. La ONU fue fundada el 24 de octubre de 1945 en San Francisco (California), por 51 países, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Se creó con el objetivo de potenciar la cooperación en cuestiones tales como el Derecho internacional, la paz, la seguridad, el desarrollo económico y social, los asuntos humanitarios y los derechos humanos. Tiene su sede en Nueva York. Su secretario general actual es el portugués António Guterres.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos consiste en un documento, que consta de un preámbulo y treinta artículos, en el que se recogen los derechos básicos que deben tener todos los seres humanos, para que el respeto a su dignidad y a la condición de ciudadanos se hagan efectivos.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2.   ¿Con qué dos problemas fundamentales se encuentra la universalización de la ciudadanía y la dignidad?
3. Señala algunos momentos históricamente relevantes para el triunfo de la nueva concepción del ser humano que nace con el proyecto de humanidad moderno.
4. ¿Quiénes quedaron excluidos inicialmente del proyecto de humanidad moderno (esto es, de la condición de ciudadanos poseedores de dignidad)?
5. ¿Qué movimientos surgieron para combatir la exclusión de aquellos colectivos que se dejaron al margen de la condición de ciudadanos poseedores de dignidad?
6. Uno de los movimientos que desempeñaron un papel importante para universalidad la ciudadanía y la dignidad fue el movimiento feminista. ¿Qué es el movimiento feminista y cuáles eran sus objetivos? (Puedes encontrar abundante información en Internet).
7. Dos hitos en el desarrollo del movimiento feminista los constituyen la «Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana», de 1791, por parte de Olimpia de Gouges, y la «Declaración de sentimientos», de Seneca Falls, de 1848.
Busca información sobre Olimpia de Gouges y escribe una pequeña biografía.
Busca información sobre la declaración de Seneca Falls y explica: (a) ¿Quiénes la llevaron a cabo? ¿Qué pretendían?
8. De entre los líderes antirracistas destacan Martin Luther King y Nelson Mandela. Busca información sobre ambos y a continuación explica en cada caso contra qué iba dirigida su lucha y qué pretendían.
 9. ¿Qué es un sindicato? ¿Cuándo se formaron los primeros sindicatos? ¿Qué pretendían? (Tienes información abundante en Internet).
10. ¿Qué es la Declaración Universal de los Derechos Humanos?
11. Hazte con la Declaración Universal de los Derechos Humanos.  (Puedes encontrarla aquí: http://vayavalores.blogspot.com/2016/09/valores-eticos-1eso-contenidos-basicos-1.html). Léela. En el Artículo 1, aparecen aquellos atributos que la Declaración establece como inherentes a la naturaleza humana. Indícalos y explícalos uno a uno.
12. De esos atributos concluye la DUDDHH que los seres humanos deben comportarse fraternalmente unos con otros. ¿Qué es un comportamiento fraternal? ¿Por qué la posesión de esos atributos implica la obligación moral de portarse fraternalmente unos con otros?
13. El Artículo 5 dice que: «Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes». Teniendo en cuenta lo que se ha dicho de los atributos que la Declaración establece como inherentes a los seres humanos, y lo que hemos dicho sobre la dignidad, ¿qué puede ser un trato inhumano o degradante?
14. Los Artículos 6, 7, 8, 9, 10 y 11, tienen que ver con la protección jurídica de las personas. ¿Podrías explicar, a partir de la lectura de estos artículos, qué se entiende por un juicio justo?
15. ¿Qué significan los términos o expresiones, «arbitrariamente detenido», «presunción de inocencia», «discriminación», «violación de derechos», que aparecen en esos artículos?


5. CIUDADANOS Y ESTADOS

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Introducción
Hemos visto como el proyecto de humanidad que se desarrolla en el mundo moderno concibe al ser humano como poseedor de dignidad y de la condición de ciudadano.
Hemos visto también que un ciudadano es el que está sometido a la ley (que es la que fija esos derechos y deberes), pero no a otros seres humanos. (Estar sometido a otros seres humanos significaría ser siervo, o esclavo, cosas ambas que son incompatibles con la condición de ciudadano).
Pero estar sometido a las leyes implica la existencia de un Estado. Pues solo hay leyes si existen instituciones capaces de poner en marcha tales leyes, defenderlas, castigar a quien las incumple, etcétera. Tales instituciones son los Estados.
La noción de ciudadano apareció, de hecho, en las Ciudades-Estado griegas del mundo antiguo (lo que ellos denominaban polis). Y la concepción actual de la ciudadanía surgió a partir de las revoluciones liberales de Europa y América, que liquidaron el Antiguo Régimen y dieron origen a los modernos Estados nacionales.
Pero la condición de ciudadano arrastra consigo, desde su origen, varios problemas, que podemos concretar en tres: (1) ¿Quiénes han de tener la condición de ciudadanos? (2) ¿Cuáles han de ser los derechos y deberes que van aparejados a la condición de ciudadanos? (3) ¿Cuáles han de ser las relaciones de los ciudadanos con el Estado?

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La condición de ciudadano en las polis de la Grecia Antigua
En las Ciudades-Estado griegas del mundo antiguo la respuesta a estos problemas podemos resumirla así:
(1) Ciudadanos son los varones, libres, nacidos en la polis e hijos de nacidos en la polis. (Una considerable parte de la población quedaba, pues, excluida de la condición de ciudadanos: las mujeres en general, los varones reducidos a la condición de esclavos, y los extranjeros o hijos de extranjeros).
(2) Los derechos y deberes de los ciudadanos consisten, fundamentalmente, en el derecho y el deber de participar en las asambleas de ciudadanos, donde se fijan las leyes que han de gobernar la polis (y, por lo tanto, el resto de derechos y deberes que puedan tener).
(3) La comunidad política, es decir, la polis, es concebida como un organismo, y los individuos y grupos sociales que lo forman como partes de ese organismo. Es decir, no se concibe la existencia de derechos al margen de la polis. (Nuestro concepto de derechos inalienables o inherentes a cada ser humano no tendría sentido en ese contexto).

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La condición de ciudadano en el Estado moderno
En el mundo moderno triunfa una nueva concepción del Estado (algunos dirán que, de hecho, solo los Estados modernos son propiamente «Estados»).
El Estado moderno aparece como una institución político-burocrática cuyo objetivo es la organización, cuidado y control de la sociedad. La sociedad aparece como un conjunto de individuos, con sus propios intereses, que pueden entrar en conflicto con los intereses de otros individuos. Individuos a los que se considera, además, poseedores de derechos inherentes a su condición humana (es decir, que poseen al margen del Estado).
Se liquida, por lo tanto, la concepción orgánica de la comunidad (propia de las polis antiguas, y que se mantiene, aunque de otro modo, en la sociedad feudal).

Los Estados modernos surgen a partir de un proceso que podemos resumir así:
En torno al siglo XV comienza la liquidación de la sociedad feudal. Los reyes someten a la nobleza (surgen así, las monarquías autoritarias y absolutistas). Para ayudarse en sus tareas de go­bierno los mo­nar­cas ponen en mar­cha una se­rie de me­ca­nis­mos ad­mi­nistrati­vos y de ejer­ci­cio del poder pre­cur­sores del Es­tado mo­der­no (centralizan el poder gober­nan­do el Es­ta­do desde la capital, crean ejércitos al servicio del pro­pio monarca, amplían y mejoran la admi­nis­tra­ción, crean sistemas de recaudación de im­­puestos con los que mantener todo el aparato del Estado, etc.). Precursores de este proceso son Isabel I de Castilla, Fernando II de Aragón y Juan II de Portugal.
Este Estado creado por las mo­nar­quías autoritarias y absolutistas se pondrá al servi­cio de los inte­reses de la nobleza y la alta burguesía, que son los sectores en que se apoya. Contra esa concentración del poder se fraguará, ya en el siglo XVIII, un movimiento revo­lu­cio­na­rio apo­­yado en las clases medias y en doctrinas políti­cas de corte li­be­ral. Este movimiento revolucionario triun­fará con la Indepen­den­cia de los EE. UU. y la Revolución France­sa, de donde surgirán los modernos Estados liberales y democráticos.
Pero ya hemos visto como muchos de estos Estados derivaron hacia Estados totalitarios. Y ya hemos visto, también, algunas de las consecuencias terribles que esto trajo consigo. Para evitar que este tipo de hechos volviesen a suceder se aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En dicha Declaración se establece quiénes han de ser ciudadanos, cuáles son los derechos que lleva asociada la condición de ciudadano, y cuáles han de ser las relaciones entre los ciudadanos y el Estado.
Actualmente la inmensa mayoría de los Estados existentes se han comprometido a respetar la mencionada DUDDHH. Por lo que las respuestas de los actuales Estados liberales y democráticos a las tres preguntas planteadas en 5. &1. podemos resumirlas así:
(1) Ciudadanos son, en principio, todos los seres humanos (aunque en la práctica sigue habiendo grupos excluidos de la ciudadanía plena en muchas zonas del planeta).
(2) Los derechos y deberes quedan establecidos en las Constituciones nacionales, que varían de unos países a otros, pero que, mayormente, se han comprometido a respetar los mínimos establecidos en la DUDDHH.
(3) Los individuos tienen ciertos derechos inherentes a su condición humana, que, por lo tanto, no pueden ser conculcados por el poder político. El poder político, el poder del Estado, tiene, pues, ciertos límites que no debe traspasar (que no puede, legítimamente, traspasar), y que están fijados en la DUDDHH.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. (a) ¿Qué es un Estado? (b) ¿Cómo surgen los Estados modernos?
3. (a) ¿Dónde surge el concepto de ciudadano? (b) ¿Qué relación existe entre la condición de ciudadano y la existencia del Estado?
4. ¿Qué similitudes y diferencias hay entre la condición de ciudadanos en las polis del mundo griego antiguo, y la condición de ciudadano que surge tras las modernas revoluciones liberales?
5. Hazte con una Declaración Universal de los Derechos Humanos. Léela y responde a las siguientes cuestiones: (a) ¿Quiénes han de tener la condición de ciudadanos según dicha Declaración? ¿En qué te basas para apoyar tu respuesta? (b) ¿Cuáles son los derechos inherentes a la condición de ciudadanos según dicha Declaración? ¿En qué te basas para apoyar tu respuesta? (c) ¿Cuáles han de ser las relaciones entre ciudadanos y Estados según dicha declaración?
6. (a) ¿Debe tener límites el poder del Estado en relación con los ciudadanos? (b) ¿Cuáles crees tú que deben ser los límites del poder del Estado?


6. EL ESTADO SOCIAL Y DEMOCRÁTICO DE DERECHO

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Formas de Estado y tipos de derechos
Recordemos que en el mundo moderno la existencia de derechos viene garantizada por la existencia del Estado. Pero no toda forma de Estado es compatible con la posesión de  cualquier tipo de derechos.
Así, aunque el Estado moderno nació bajo la forma de Estado liberal, esta forma de Estado tuvo que convivir con Estados totalitarios, dictaduras militares, regímenes autoritarios, etc. Estas formas de Estado conculcan, por su propia naturaleza, muchos de los derechos que se consideran básicos para garantizar el respeto a la dignidad de las personas y su condición de ciudadanos.
En nuestra época, tales formas de Estado no resultan ya justificables (aunque siguen existiendo). No obstante, el modelo liberal de Estado tampoco parece suficiente para garantizar la posesión de ciertos derechos políticos y sociales necesarios para que se respete la dignidad de las personas.
Así, por ejemplo, aunque se reconozca el derecho a voto a todos los individuos que componen un Estado (sufragio universal), se respete la libertad de asociación, se respete la libre expresión del pensamiento, etc., si tales individuos no tienen garantizadas unas mínimas condiciones de bienestar material no se puede hablar de vida digna. (¿De qué le servirían a alguien todos estos derechos y libertades si se muere de hambre?).
Por eso los Estados actuales han asumido como tarea propia, garantizar ciertos elementos indispensables para mantener el bienestar y dignidad de sus ciudadanos. Surge entonces un nuevo modelo de Estado, que evoluciona a partir del Estado liberal, y que se conoce como «Estado Social y Democrático de Derecho».
Así, por ejemplo, el Artículo 1 de la Constitución española dice: «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político».
¿Y qué es un Estado social y democrático de Derecho, y qué quiere decir que España se constituye con un Estado social y democrático de Derecho? Vamos a explicarlo a continuación, pero antes vamos a aclarar el origen y significado de la democracia.

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Origen y significado de la democracia y tipos de democracia
La palabra democracia procede del griego, y significa gobierno del pueblo (de demos = pueblo y kratos = poder, gobierno). Los primeros regímenes políticos que se calificaron de democráticos aparecieron en las polis griegas del siglo V a. C. En esta época era frecuente contraponer la democracia (gobierno del pueblo), a la aristocracia (gobierno de los «mejores», de los nobles), y a la monarquía (gobierno de uno solo, -de monas = unidad-).
Ahora bien, en las polis griegas democráticas no todos los individuos podían participar en la vida política. Como ya hemos visto, solo tenían la condición de ciudadanos los varones, libres, naturales de la polis e hijos de naturales de la polis; es decir, había una ciudadanía restringida. Y solo los ciudadanos podían participar en la toma de decisiones políticas. Estas decisiones se tomaban directamente, en la asamblea de ciudadanos, por lo que las democracias griegas eran democracias directas.
Después de las conquistas de Alejandro Magno, el sistema de organización en polis fue liquidado, y con él los gobiernos de tipo democrático.
La democracia volvió a resurgir en Europa a partir de la Revolución francesa. En un principio los nuevos Estados democráticos también tenían el derecho de ciudadanía restringido (por lo general a los varones con cierto nivel de riqueza).
Pero tras décadas de luchas de los movimientos sindicales, feministas, minorías étnicas, etc., se ha implantado el sufragio universal en los actuales Estados democráticos. Esto quiere decir que se reconoce el derecho al voto (y a otras formas de participación en la vida política) a todos los individuos que forman un Estado. Todos los individuos tienen, por lo tanto, la condición de ciudadanos, sin exclusiones por razón de sexo, raza, nivel económico, etc.
Otra diferencia entre las democracias actuales y la democracia griega es que nosotros no tomamos las decisiones directamente, en asamblea de ciudadanos, sino que elegimos a unos representantes que son quienes hacen las leyes en nuestro nombre, y que se responsabilizan personalmente de sus decisiones. Por eso se dice que las democracias actuales son democracias indirectas o democracias representativas.

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El Estado social y democrático de Derecho
Aclarado el significado del término democracia podemos explicar ahora qué es un Estado social y democrático de Derecho, tomando como ejemplo el Estado español. Para ello vamos a responder a tres preguntas: ¿Por qué el Estado español es un Estado democrático? ¿Por qué el Estado español es un Estado de Derecho? ¿Por qué el Estado español es un Estado social?

Que sea un «Estado democrático» quiere decir que la soberanía reside en la voluntad popular. Es decir, que los poderes que constituyen el Estado son elegidos (directa o indirectamente) por el pueblo español. Los tres poderes que constituyen el Estado son el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. Veamos quien los ejerce y en qué consisten:
(1) En España el poder legislativo reside en las Cortes generales (Parlamento y Senado), y en los diversos parlamentos autonómicos. Se encarga de hacer las leyes. Y es elegido directamente por los ciudadanos. El gobierno también puede aprobar leyes directamente sin pasar por el Parlamento, mediante un  decreto-ley (Real Decreto). Pero con dos condiciones: (a) Esas leyes no podrán afectar a las instituciones básicas del Estado, ni a los deberes, derechos y libertades de los ciudadanos, ni al sistema electoral. (b) Esas leyes tendrán que ser finalmente aprobadas por el Parlamente en un plazo de treinta días.
(2) El poder ejecutivo reside en el Gobierno (y en los gobiernos autonómicos y locales). Se encarga de aplicar las leyes, de ponerlas en funcionamiento. El gobierno es elegido por el Parlamento (de modo que se puede decir que es elegido «indirectamente» por los ciudadanos).
(3) El poder judicial reside en los Juzgados y Tribunales de Justicia. Se encarga de hace cumplir la ley, juzgando y penalizando a quien la incumple. El gobierno de los jueces y tribunales reside en el Consejo General del Poder Judicial (que tiene 21 miembros elegidos por las Cortes). Los tribunales ordinarios están sometidos a los dictámenes del Tribunal Supremo, que es la instancia última a la que se puede apelar, y del Tribunal Constitucional, que es el que tiene la última palabra en aquellas cuestiones que puedan suponer violación de la constitución. Los miembros del Tribunal Supremo son nombrados por el Rey a instancias del Consejo General del Poder Judicial. Los miembros del Tribunal Constitucional son elegidos por el Parlamento (10) y el Consejo General del poder Judicial (2). Los ciudadanos comunes pueden participar en la administración de la justicia a través de los jurados populares.

● Que sea un Estado de derecho quiere decir que tanto los poderes del propio Estado, como las demás instituciones e individuos particulares están sometidos a la ley y protegidos por la ley.

● Que sea un Estado social quiere decir que el Estado se encarga de poner en marcha aquellas acciones necesarias para lograr la solidaridad y bienestar de los ciudadanos. Así, por ejemplo, el Estado se encarga de redistribuir la riqueza generada en el país poniendo en marchar un sistema público y gratuito de enseñanza, una sanidad pública y gratuita, infraestructuras, sistema de pensiones, financiar actividades culturales diversas, tales como museos, actividades deportivas, etc.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. ¿Qué significa y dónde se origina el término democracia?
3. ¿Qué condiciones tenían que darse para ser considerado ciudadano en las polis democráticas de la Grecia antigua?
4. a) ¿Qué es una «democracia directa»? b) ¿Y una «democracia representativa»? c) ¿Qué ventajas e inconvenientes le encuentras a ambos tipos de democracia?
5. ¿Qué se entiende por «sufragio universal»?
6. a) ¿En dónde reside el poder legislativo en España? b) ¿Cuál es su función? c) ¿Quién y cómo lo elige?
7. a) ¿Dónde reside el poder ejecutivo en España? b) ¿Cuál es su función? c) ¿Quién y cómo lo elige?
8. a) ¿Dónde reside el poder judicial en España? b) ¿Cuál es su función? c) ¿Quién y cómo lo elige?
9. a) ¿Por qué podemos decir que España es un Estado democrático? b) ¿Y por qué podemos decir que el Estado español es un Estado de derecho? c) ¿Qué quiere decir que el Estado español es un Estado social?
10. Una de las tareas del Estado es poner en marcha las acciones necesarias para lograr la solidaridad de los ciudadanos (o dicho de otra manera, para repartir la riqueza), ¿qué hace el Estado para lograr esto?


7. LA JUSTICIA COMO FINALIDAD DEL ESTADO
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Felicidad y justicia
Hemos visto como en nuestra época el modelo de Estado que se ha ido imponiendo, aquel que parece más acorde con la autonomía racional de los seres humanos, y en consecuencia, con la defensa de la condición de ciudadanos y la dignidad de todos los seres humanos), es el Estado democrático de derecho.
Lo de «democrático» hace referencia a que los poderes del Estado se sustentan, en último término, en la voluntad popular. Y lo de «de derecho», hace referencia a que todos los individuos e instituciones están sometidos a la ley y protegidos por la ley (incluso frente a los poderes del propio Estado, incluso frente a las mayorías).
Pero los actuales Estados han asumido otras funciones, por eso se les suele calificar de Estado «social» y democrático de derecho.
Lo de «social» hace referencia a cosas tales como instaurar el bienestar, la felicidad, la justicia, en el seno de las comunidades organizadas por el Estado en cuestión.
Y esto plantea otro problema. ¿Cuál es el papel que debe asumir en este caso el Estado?
En el mundo contemporáneo las respuestas a esta pregunta podemos reducirlas a dos, representadas por dos grandes corrientes de filosofía política:
(1) Para algunos, por ejemplo, para el utilitarismo, una corriente de filosofía política cuyo representante más destacado es John Stuart Mill, un Estado correcto es aquel regido por unas leyes correctas y unas leyes correctas son aquellas que aumentan la cantidad general de felicidad.
(2) Para otros, entre los que destaca John Rawls, el Estado está, ante todo, para instaurar la justicia.

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La justicia distributiva
Ralws sostiene que una ley que aumente la cantidad general de felicidad, pero cometa injusticia, aunque sea con un solo individuo, sería ilegítima.
Supongamos, dice Rawls, que un asesino peligroso anda suelto, lo que provoca una enorme angustia en la comunidad. Ahora supongamos que el gobierno coge a un chivo expiatorio y lo encierra para tranquilizar a la gente. Con este hecho la cantidad general de felicidad aumenta. Pero no es lícito tolerar una acción semejante.
La función comunitaria del Estado, concluye Ralws, no es aumentar la cantidad general de felicidad, sino instaurar la justicia.
Ahora bien ¿qué es la justicia?
La reflexión sobre la naturaleza de la justicia abarca toda la historia del pensamiento filosófico y político.
Así, ya en la Grecia clásica, Aristóteles diferenciaba entre varios tipos de justicia:
Por un lado está la justicia general o legal, que consiste en el cumplimiento de la ley.
Por otro lado están los tipos particulares de justicia. Estos son: (1) La justicia conmutativa: que consiste en que haya un equilibrio en el intercambio de bienes entre los individuos. (2) La justicia correctiva: que consiste en que haya un equilibrio entre delitos y castigos. (3) La justicia distributiva: que consiste en que haya un equilibrio en el reparto de beneficios y de cargas entre los individuos de una misma polis (y de un mismo rango, diría Aristóteles).
De este último sentido de justicia, el que atañe al reparto de beneficios y cargas en el seno del Estado, es del que tratamos aquí. Pues el componente social del Estado hace referencia, precisamente, al reparto de beneficios y cargas, a la justicia distributiva.
Pues bien, Rawls, siguiendo la tradición que viene de Aristóteles, sostiene que la justicia social (o distributiva) tiene por objeto establecer cómo han de distribuirse los derechos y deberes, beneficios y obligaciones, que surgen de la colaboración social.
El problema reside en encontrar unos principios básicos de la justicia que puedan ser aceptados por todos, dado que cada uno defiende sus intereses particulares, y que cada uno tiene unos intereses particulares distintos.
Para poder llegar a un acuerdo tal Rawls elabora su teoría de la posición original. Veamos en qué consiste:

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La posición original
Imaginemos un grupo de seres humanos que poseen íntegras sus facultades mentales, y una capacidad de razonar apropiada, y además tienen un cierto conocimiento de lo que es el ser humano y su historia.
Ahora imaginemos que tal grupo de seres humanos está cubierto por un «velo de ignorancia» que les im­pi­de saber si son varones o mujeres, ricos o pobres, cuál es su raza, si practican alguna religión, etcétera. Esto es, sufren un desconocimiento total acerca de aquello que pudiese orientar sus intereses en un sentido dife­ren­ciado.
Este grupo de hombres se encontrarían en la situación que Rawls llama posición original (aquella en la que todavía no hay intereses adquiridos).

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La justicia como imparcialidad
Ahora supongamos que a tal grupo de seres humanos se les pide que elaboren los principios básicos por los que ha de regularse la distribución de bienes, derechos y deberes, de una sociedad en la que, además, les va a tocar vivir cuando se levante su velo de ignorancia.
Puesto que los individuos encargados de esta­blecer los principios básicos por los que ha de legislarse esa sociedad no conocen cuál va a ser su rol, estatus, clase social, etcétera, buscarán aquellos principios que les permitan obtener el máximo beneficio posible sea cual sea su situación social.
Estos principios tendrían que ser los si­guientes:
(1) Los individuos tendrán igual­dad de libertades, pero además cada individuo tendrá el máximo de libertades posibles que sea compati­ble con el máximo de libertades de todos los demás.
(2) La distribución de los bienes en esa sociedad será tal que: (a) Solo se admitirán las desigualdades económicas en caso de que esa desigualdad resulte más beneficiosa para todos que la igualdad. (b) Los individuos accederán a los distintos cargos o posiciones sociales en igualdad de condiciones.
Estos dos principios garantizan el máximo de beneficios posibles derivados del hecho de vivir en sociedad, para cada individuo. Por lo tanto, unos individuos absoluta­mente imparciales (unos individuos que des­conozcan sus circunstancias personales diferenciadas) tendrían que acordar gobernarse por leyes que respetasen tales prin­cipios, con objeto de garantizarse el máximo de beneficios posible en cualquier si­tuación.
Después de deducir cuales se­rían los principios básicos que al­guien totalmente imparcial elegiría para fundamentar un sistema legis­lativo Rawls define la justicia como aquella situación en la que todos los valores sociales fuesen dis­tribui­dos igualitariamente, salvo que una dis­tribu­ción desigual benefi­ciase a todos los miembros de la socie­dad.
De donde se deduce que será considerada injusta toda desigual­dad social que no beneficie a todos. (Por eso también se denomina a esta concepción de la justicia de Ralws «justicia como equidad»).

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. ¿Qué entiende Stuart Mill por justicia?
3. ¿Qué te parece más importante, que el Estado vele por la felicidad de los ciudadanos o por la justicia? Razona tu respuesta.
4. a) ¿Qué entiende Aristóteles por justicia conmutativa? b) ¿Y por justicia correctiva? c) ¿Y por justicia distributiva?
5. a) ¿Qué entiende Rawls por posición original? b) ¿Qué se propone con su propuesta de la posición original?
6. a) ¿Cuáles son los principios para organizar el Estado que, según Rawls, aprobarían unos individuos situados en la «posición original»? b) ¿Por qué aprobarían estos principios?
7. a) ¿Cómo define Rawls la justicia a partir de los principios que elegirían unos individuos situados en posición original para organizar el sistema legal del Estado? b) ¿Estás de acuerdo con esta definición de justicia? Explica por qué sí o por qué no.   


8. DE LA POLÍTICA A LA ÉTICA
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Introducción
Hemos comenzado este curso diciendo que los seres humanos somos unos animales peculiares, unos animales obligados a hacer planes y proyectos de vida, dado que la naturaleza no predetermina nuestra conducta.
A continuación hemos mostrado algunas características del proyecto de la modernidad, en el que, en gran medida, seguimos instalados, centrándonos en sus consecuencias políticas.
La política tiene que ver con el modo de organizar la vida en comunidad. Pero los humanos también necesitamos hacer proyectos de vida individuales, pensados para organizar nuestra vida como individuos. Y aquí entran en escena la moral y la ética.

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Sobre la moral
Vamos a aclarar antes de nada qué entendemos por moral. En español es frecuente usar el término moral con dos usos bien diferenciados:
(1) Por un lado usamos el término moral en expresiones tales como «El equipo tenía la "moral" muy alta», «Antonio está bajo de "moral"», etc. En este caso la moral hace referencia al estado de ánimo.
(2) Pero también usamos el término moral (e inmoral) en expresiones como «Mi "moral" me impide estafar a nadie», «Es una "inmoralidad" lo que has hecho», «Hay que "moralizar" la vida pública», etc. En este caso por moral entendemos un tipo determinado de acciones, acciones que solemos calificar de buenas o malas, de correctas o incorrectas, de las que decimos que se deben hacer o que no se deben hacer, etc.
Pues bien, aquí nos vamos a referir a este segundo sentido de la moral. La moral es, pues, un determinado tipo de acción, es decir, de conducta libre orientada a conseguir ciertos fines. Pero, obviamente, no toda acción es una acción moral. No toda acción suele, ni puede, ser calificada de buena o mala, de correcta o incorrecta.
Las acciones morales se caracterizan por:
(1) Su contenido viene dado por un conjunto de normas y valores que regulan nuestro comportamiento li­bre.
(Toda conducta moral es, por lo tanto, una conducta libre, una acción. Pero para que esta conducta pueda ser calificada de moral, además de libre tiene que ser llevada a cabo siguiendo ciertas normas o valores).
(2) Estas normas y valores son asu­midas por el individuo como pro­pias (esto es, el individuo las hace suyas, las asume «en conciencia», las interioriza).
(Esto no quiere decir que tales normas o valores tengan que ser creados por el propio individuo, ya que su origen puede ser diverso. Pueden tener su origen en costumbres sociales, en la educación familiar, en el poder político, pueden ser de procedencia religiosa, etc. Pero solo se convierten en normas o valores morales, insistimos, si el individuo los hace suyos, las asume «en conciencia»).
(3) Estas normas y valores fun­cio­nan como criterios de decisión últimos, como instancia última de obligación. Es decir, en caso de conflicto con otros sis­te­mas de normas, valores, intereses, deseos, etc., el individuo siente que las normas morales son las que tie­nen que decidir. (Dicho de otra manera, identificamos estas normas y valores con el bien, con lo correcto, con lo que se debe hacer).
(Esto no quiere decir que cuando las normas morales entren en conflicto con otro tipo de normas, intereses o deseos, el individuo siempre se atenga a las normas morales. Puede suceder que por temor, por debilidad de carácter, etc., el individuo deje de lado sus propias normas o valores. Pero cuando esto sucede suele sentirse culpable. Digamos que se autocastiga por no ser fiel a sí mismo (o, lo que es lo mismo, a las normas o valores que él mismo ha asumido).

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Sobre la ética
 En español, y en otras lenguas, se suele emplea el término ética con varios sentidos. Pero vamos a centrarnos, de momento, en uno de esos sentidos: la ética es una disciplina filosófica que trata de la moral.
Y ¿qué hace la ética con la moral?
Pues la estudia, trata de analizar en qué se fundamentan unos determinados valores y normas morales, de analizar cuáles son sus orígenes, compara unos sistemas morales con otros, etc.
Pero al hacer todo eso, la ética nos hace cuestionar nuestros valores y nuestras normas morales, nos obliga a reflexionar sobre cuál sea su fundamento, nos obliga a comparar nuestras normas y valores con otros. Nos obliga, en fin, a intentar justificarlos racionalmente.
Y, de ese modo, al analizar y comparar nuestros valores morales, al someterlos a crítica racional, la ética genera nuevas formas de moral más reflexivas. Morales de segundo nivel. Genera morales justificadas racionalmente, y que, por ello, pretenden tener validez universal (esto es, pretenden ser válidas para todos los seres humanos).
De modo que el término ética adquiere un segundo sentido: el de moral racional. Tenemos, entonces, que la ética es una disciplina que estudia la moral, pero es también un proyecto de moral racional (por eso se habla de la ética de Aristóteles, de la ética kantiana, etc.).
Fusionando esos dos sentidos podemos, a modo de resumen, definir la ética como: una disciplina filosófica que estudia las características y fundamentos de las normas y valores morales, pero al hacerlo genera nuevas formas de moral justificadas racionalmente.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
 2 ¿Qué características ha de tener una acción para que se la pueda calificar de acción moral?
3 ¿Qué quiere decir eso de asumir una norma «en conciencia»?
4. ¿Qué quiere decir eso de que los valores y normas morales «funcionan como instancia última de decisión»?
5. (a) ¿En qué dos sentidos fundamentales suele emplearse el término ética? (b) ¿De qué otra manera, que integra a las dos anteriores, puede definirse la ética?
6. ¿Qué quiere decir que la ética es una moral de segundo grado (o segundo nivel)? ¿Qué es una moral de segundo grado?
7. Piensa un poco y trata de responder a la siguiente pregunta: ¿por qué se puede decir que, en cierto sentido, la ética es inmoral?


9. PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS:
LA ÉTICA ARISTOTÉLICA
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Introducción
Recordemos algunas cosas que hemos visto hasta ahora:
Hemos definido la moral como un tipo de acción guiada por normas y valores que regulan nuestro comportamiento libre y que funcionan como criterios últimos de decisión.
También hemos dicho que por ética entendemos dos cosas: (1) Un saber que trata de la moral, que reflexiona sobre la moral. (2) Pero al reflexionar sobre la moral (al tratar la moral, al analizarla y comparar unas morales con otras), acaba generando morales más reflexivas, morales racionales, a las que podemos denominar morales de segundo nivel (y a las que también designamos con el nombre de éticas).
Pues bien, vamos a continuar ahora con la explicación de una de estas morales de segundo nivel: la ética de Aristóteles.

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Fines como medios y fines últimos
Aristóteles parte de lo siguiente: todo lo natural se caracteriza por la tendencia a cambiar. A su vez, todo lo que cambia, cambia para alcanzar un fin. Es decir, se mueve, cambia, para llegar a algo. Por ejemplo, una bellota cambia para llegar a ser una encina.
Pues bien, el ser humano tiene, entre otras capacidades, una voluntad libre. Esa voluntad le permite realizar ciertas acciones.
Y ahora podemos preguntarnos ¿qué es lo que mueve a la voluntad humana, para que haga algo?
Al igual que todas las demás cosas que cambian, cuan­do la voluntad humana actúa lo hace buscando algo, es decir persiguiendo un fin. Ahora bien, los fines pueden ser de dos tipos:
(1) Fines que valen como medios para conseguir otros fines.
(2) Fines que valen por sí mismos, fines últimos.
Por ejemplo: estudiamos para conseguir un empleo. Estudiar es, por lo tanto, un medio para otra cosa. A su vez esa otra cosa puede ser un medio para otra. Por ejemplo: Buscamos un empleo para ganar dinero. Queremos ganar dinero para comprarnos una casa, ropa, etc. Todos estos fines son fines que solo tienen utilidad como «medios», es decir, que solo valen para conseguir otra cosa. Pero si todo lo que hacemos solo valiese para otra cosa nuestra vida resultaría absurda. Ante la imposibilidad de con­seguir algo que valga por sí mismo, nuestra voluntad se paralizaría. Por ello tiene que haber fines que valgan por sí mismos, lo que Aristóteles llama fines últimos. Pues bien, el único fin último, según Aris­tóteles es la felicidad. Ser felices no se busca en función de otra cosa, sino por sí mismo.

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Felicidad y conocimiento
El problema es que si le pregunta­mos a la gente qué en­tiende por felicidad cada uno puede contestar una cosa distinta: unos dirán que consiste en la riqueza, otros en el poder, o en el placer. Lo mismo sucede si les preguntamos cómo se alcanza la felicidad. Por ello antes de nada tendre­mos que explicar en qué cosiste la felicidad, y cómo se consigue esta.
Según Aristóteles la felicidad se encuen­tra en que cada cosa haga lo que le es propio, en que cada cosa llegue a ser lo que real­mente es. Alcance la excelencia, la plenitud. Así, lo propio del zapatero es hacer zapatos, el zapatero se hace zapatero haciendo zapatos. Lo propio del escultor es hacer esculturas. El escultor se hace escultor haciendo esculturas.
Pues bien ¿qué es lo propio del hombre? (Preguntamos qué es lo propio del hombre en tanto que hombre, no en tanto que es un hombre zapatero, o un hombre escultor).
Según Aristóteles, lo que hace al hombre hombre, lo que le diferencia de los demás seres, es la voluntad libre y la razón. Por ello, la forma suprema de la feli­ci­dad para el ser humano se encuentra, según Aristóteles, en guiar su voluntad por el conoci­miento racional.
De hecho, Aristóteles define al hombre como animal racional. Por razón entiende Aristóteles la capacidad que tenemos de guiarnos por conceptos y principios universales, o de argumentar usando tales conceptos o principios.
Aristóteles sostiene también que hay cinco tipos distintos de uso de la razón: (1) El arte o técnica (tékhne): es el uso de la razón orien­ta­da a la producción de cosas. (2) La prudencia (phrónesis): es el uso de la razón orientado a dirigir nuestra propia vida. (3) La inteligencia o entendimiento (nous): es el conocimiento de los primeros principios de la cosas, y de los primeros principios del propio entendimiento (ta­les como que no es posible que algo sea y no sea la misma cosa al mismo tiempo). (4) La ciencia (episteme): es la capacidad de deducir, si­guien­do un razonamiento lógico, todas las verdades posibles a partir de principios ya dados. (5) La sabiduría (sophía): es la reunión del entendimiento y la ciencia).

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Felicidad y prudencia
Pero también es ver­dad que el hombre no es exclusiva­men­te un ser ra­cional. El hombre tiene también lo que Aristóteles llama un alma sensitiva, y, en conse­cuen­cia, tiene apetitos nacidos de lo conocido a través de los sen­tidos, es decir, tiene deseos, pasiones, emociones, etc.
(Aristóteles sostiene que todos los seres están compuestos de materia, y un principio que organiza a la materia, que le da una estructura. A ese principio que le da un orden y organización a la materia le llama forma sustancial. La forma sustancial es una para cada especie, así, por ejemplo., el oro es oro porque tiene una estructura que hace que determinado tipo de materia tenga las características propias del oro. Pues bien, en el caso de los seres vivos, a la forma sustancial le llama Aristóteles "alma". Y según Aristóteles hay tres tipos de almas: (1) Los vegetales poseen almas vegetativas, que hacen que los vegetales tengan la capacidad de nutrirse, crecer y reproducirse. (2) Los animales tienen un alma sensitiva, que incluye las capacidades del alma vegetativa y además hace que los animales tenga la capacidad de conocer a través de los sentidos, de apetecer lo conocido por los sentidos  y de desplazarse para conseguir lo apetecido. (3) Los hombres tienen un alma racional, que además de las funciones del alma vegetativa y sensitiva, dota a los hombres de una voluntad libre, y de la capacidad del conocimiento racional).
Esos deseos y pasiones también forman parte de la naturale­za humana, y son, con frecuencia, los que nos meten en más líos. Por eso también sería interesante saber cómo podemos hacer que nuestros deseos y pasiones no nos causen disgustos y nos hagan felices. La respuesta de Aristóteles es que tam­bién debemos someter esos deseos y pasiones a la razón.
Al tipo de razón que se encarga de dirigir nuestro comporta­miento en relación con los deseos y pasiones le llama Aristóteles prudencia.
Someter los deseos y pasiones a la razón (a la prudencia) consiste en no dejarnos arrastrar por ellos. Aunque como tampoco podemos eliminarlos, ya que esos deseos y pasiones forman parte de nuestra naturaleza (están en nuestra alma sensitiva) y no podemos borrarlos, lo que hay que hacer es controlarlos, esto es, impedir que nos arrastren de una lado para otro. A este control de las pasiones lo describe Aristóteles como man­tenerse en el camino del medio. Por ejemplo, no debemos ser demasiado desvergonza­dos en el trato con los demás, ni demasiado tímidos, ambas cosas son producto de una falta de control de nuestras emociones. El control racional de nuestro trato con los demás nos llevaría en este caso a ser modestos, que es el punto medio entre la desvergüenza y la timidez.

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La felicidad y la virtud
Como ya hemos dicho la felicidad está en la autorrealización, en realizarnos como nosotros mismos. Dado que los seres humanos somos animales racionales, debemos desarrollarnos como tales para ser felices. Para ellos debemos ejercitar la razón y guiar nuestros deseos y pasiones (lo que tenemos de animal) por la razón.
Pues bien, Aristóteles designa con el nombre de virtud a un hábito o costum­bre positivos, así como designa con el nombre de vicio a un hábito o costumbre negativo. La costumbre de ejercitar la razón será, por lo tanto, una virtud que debemos practicar, así como la costumbre de guiar nuestros deseos y pasiones por la prudencia. Dicho esto Aristóteles clasifica las virtudes en dos tipos:
(1) Por un lado están las virtudes puramente intelectuales (esto es, racionales): hay cinco virtudes intelectuales, es decir, cinco cos­tumbres de ejercitar nuestro entendimiento que nos llevarán a ser felices. Cada una de estas cos­tum­bres se corresponde con un tipo de razón. Así una virtud es el conocimiento técnico, otra la pru­den­cia, otra el conocimiento de los primeros principios de las cosas, otra la ciencia, y otra la sabi­du­ría.
(2) Por otro lado están las virtudes que Aristóteles llama morales: consisten en guiar las pasiones, de­seos y emociones por la prudencia, y mantenernos en el camino del medio. Para cada tipo de pa­sión hay una virtud, es decir, un camino medio.
A continuación tenemos un cuadro con algunas posibles exageraciones y sus correspondien­tes virtudes:

PASIÓN
FALTA DE CONTROL RACIONAL
VIRTUD
GUIADO POR LA PRUDENCIA
PASIÓN
FALTA DE CONTROL RACIONAL
Temeridad
Desvergüenza
Adulación
Prodigalidad
Ostentación
Desenfreno
Irascibilidad
Fanfarronería
Valor
Modestia
Gentileza
Generosidad
Magnificencia
Templanza
Afabilidad
Sinceridad
Cobardía
Timidez
Mezquindad
Tacañería
Avaricia
Insensibilidad
Indolencia
Pusilanimidad

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
 2 Explica el significado de: «fines como me­dios» y «fines últi­mos», «virtud», «virtudes mo­r­ales», «virtudes intelectuales», «prudencia».
3. ¿Qué tipos de fines distingue Aristóteles?
4 ¿Por qué dice Aristóteles que tiene que haber un fin último? ¿Cuál es este?
5. ¿En qué consiste la felicidad según Aristóteles?
6. ¿Qué entiende Aristóteles por razón? ¿Qué usos distintos de la razón diferencia? ¿Por qué se caracteriza cada uno?
7. ¿A qué llama Aristóteles prudencia? ¿Por qué el uso de la prudencia llevaría a mantenernos en el camino del medio?
8. ¿A qué llama Aristóteles virtud? ¿Qué tipos de virtudes hay? ¿Por qué se caracteriza cada una?
9. ¿Sabrías poner un ejemplo sacado de tu vida cotidiana en el que se muestre la utilidad de la prudencia (entendida en el sentido aristotélico)?
10. ¿Cómo define Aristóteles al hombre?
11. Frente a las formas exageradas de comportamiento que señalamos a continuación ¿qué tipo de virtud correspondería a cada caso?
      EXAGERACIÓN         VIRTUD                EXAGERACIÓN
      Temeridad                   ........................            Cobardía
      Desvergüenza             ........................            Timidez
      Adulación                     ........................            Mezquindad
      Prodigalidad                ........................            Tacañería
      Ostentación                 ........................            Avaricia
      Desenfreno                  ........................            Insensibilidad
      Irascibilidad                  ........................            Indolencia
      Fanfarronería              ........................            Pusilanimidad


10. PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS:
LA ÉTICA HEDONISTA DE EPICURO

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La felicidad como placer
Epicuro coincide con Aristóteles en que el fin último del hombre con­siste en la felicidad. Pero discrepa en lo que entiende por felicidad y en los modos de conseguirla. Para Epicuro felicidad significa, ante todo, placer.
Placer en griego se dice hedoné, de ahí que a los epicúreos se les conozca, también, como he­do­nis­tas.
Ahora bien, el placer puede ser entendido en forma positiva, como estímulo sensorial (que se obtiene, por ejemplo, a través de la comida, la bebida, el sexo, los honores, etcétera), o de forma negativa, como ausencia de dolor.
La primera forma de placer puede provocar sufrimientos a largo plazo. Así, disfrutar habitualmente de ricos manjares puede resultar placentero, pero puede dañar nuestra salud y crear más displacer a largo plazo.
Por ello, el tipo de placer que defiende Epicuro es el que se obtiene de la eliminación del dolor. Cuanto menos su­fra­mos mayor será nuestro placer (y, por lo tanto, nuestra felicidad), a largo plazo. El objetivo de la ética es, por lo tanto, en­se­ñar a los hombres a sufrir lo menos posible, y, en consecuencia, a vivir lo más pla­cen­tera­mente posible.
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Tipos de placeres
Epicuro distingue entre placer estático y pla­cer cinético. El placer estático consiste en hallarse en un es­tado en el que hay ausencia de dolor. El pla­cer cinético consiste en una variación de nuestro esta­do que nos lle­va a eliminar un dolor o malestar. Eli­minado este dolor o malestar nos en­con­tramos de nue­vo en un estado de placer estático.
Así, por ejemplo, si te­ne­mos hambre (malestar) comemos (lo que nos pro­cura un placer cinético) has­ta hallarnos saciados, con lo que desaparece el hambre (y alcanzamos el pacer estático). De aquí podemos concluir que el au­téntico placer que per­seguimos es el placer es­tá­ti­co, dado que el placer ciné­tico tiene por objeto al­canzar aquel.
También distingue Epicuro entre placeres del cuer­po y placeres de la mente. Al placer estático com­pleto del cuerpo lo denomina aponía, por tal se en­tiende la ausencia de dolores o molestias físicas (au­sencia de hambre, de frío, de sed). Al placer es­tá­ti­co completo de la mente lo denomina ataraxia, por tal se entiende la ausencia total de ansiedad y per­tur­ba­ción.
Para alcanzar ese estado Epicuro trata de enseñar a los hombres a superar los «cuatro temores», y a enfrentarnos de modo adecuado con los deseos.

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Los cuatro temores
Los cuatro temores fundamentales de los seres humanos son: el temor a los dioses, el temor a la muerte, el temor al sufrimiento físico, y el temor al fracaso futuro.
Con respecto a los dioses Epicuro sostiene que son eternos y per­fec­ta­men­te fe­li­ces. Por ello, los hombres no les interesan lo más mínimo, no intervienen en sus asun­tos re­compensándolos o castigándo­los, por lo que estos no deben tener ningún temor a los dio­ses.
El alma, como ya hemos visto en la Unidad 7, se disuelve al morir el individuo, de donde se sigue que la muerte no puede ser sentida, y que no hay nin­gún más allá de la muerte. Por lo tanto, el temor a la muerte, o a lo que haya más allá de la muerte, no tiene sentido.
Con respecto al dolor Epicuro nos invita a llevar una vida sencilla y acorde con la naturaleza, que es la mejor forma de evitar aquellos tipos de dolor que está en nuestras manos evitar.
Y con respecto al futuro sostiene que no hay que preocuparse por lo que no está en nuestras manos.

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Los deseos
Epicuro sostiene, también, que hay tres tipos de deseos. Estos son:
(1) Deseos naturales y necesarios: son aquellos que son imprescindibles para alcanzar la super­vi­ven­cia y la felicidad, por lo que debemos tratar de satisfacerlos siempre. Son deseos tales como comer para satisfacer el hambre, beber para satisfacer la sed, gua­re­cerse del frío.
(2) Deseos naturales pero no necesarios: son aquellos que, aun teniendo origen en nuestra natu­ra­leza son prescindibles. Son deseos tales como el de comer exquisitos manjares, deseos sexuales, etcétera. La satisfacción de tales deseos produce un placer cinético inmediato, pero conlleva siempre un cierto riesgo de dolores futuros, por lo que deben ser evitados, aunque puede ser conveniente satisfacerlos de vez en cuando, y dentro de ciertas condiciones.
(3) Deseos innaturales e innecesarios: son deseos tales como los deseos de fama, honor, triunfo político, etcétera. Tales deseos son siempre fuente de dolores y angustias por lo que deben ser evitados en toda ocasión.

El sabio es quien sabe calcular sus acciones de modo que obtenga el mínimo de dolor (o, lo que es lo mis­mo, el máximo de placer). Para ello ha de saber calcular cuando tiene que renunciar a un placer in­me­dia­to porque ello puede llevarle a un dolor mayor en el fu­tu­ro, y ha de saber contrarrestar aquellos dolores que sean inevitables recreándose en los pla­ce­res apropiados.
Epicuro tuvo muchos seguidores en el mundo ro­mano (entre los que cabe destacar los poetas Lucrecio, Virgilio y Horacio).

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. ¿Cómo entiende Epicuro la felicidad?
3. ¿De qué dos modos puede buscarse el placer y cuál es el que considera Epicuro el adecuado?
4. ¿Qué tipos de placeres diferencia Epicuro?
5. ¿A qué denomina Epicuro Ataraxia?
6. ¿Cuáles son, según Epicuro, los cuatro temores que suelen perturbar el ánimo de los seres humanos? ¿Qué propone para superar esos temores?
7. ¿Qué tipos de deseos diferencia Epicuro? ¿Cómo debemos actuar ante cada uno de ellos para llevar una vida placentera?
8. Busca la Oda a la vida retirada de Fray Luis de León. La puedes encontrar aquí: https://tirardelengua.wordpress.com/2011/11/30/oda-1-oda-a-la-vida-retirada-que-descansada-vida/
¿Encuentras alguna relación entre este poema de Fray Luis de León y la ética epicúrea?
9. Señala similitudes y diferencias entre la ética de Epicuro y la de Aristóteles.


11. PRINCIPALES TEORÍAS ÉTICAS:
LA ÉTICA DEL DEBER O DE LA DIGNIDAD KANTIANA

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El problema de la libertad
Recordemos, de nuevo, que la ética es una disciplina filosófica que surge de la reflexión sobre la moral y que pretende crear proyectos morales racionales (esto es, que sean válidos para todos los seres humanos).
Pero como los seres humanos somos seres libres, con una vida no predeterminada de antemano, podemos crear muchos proyectos morales distintos y todos perfectamente racionales.
Hemos visto dos de esos proyectos morales: el desarrollado por Aristóteles y el desarrollado por Epicuro. Ahora vamos a ver otro proyecto ético, o de moral racional, el desarrollado en el siglo XVIII por Immanuel Kant.
Kant comienza por aclarar que el campo de la moral es distinto del campo del conocimiento. Conocer es conocer lo que las cosas o los fenómenos son. Mientras que la moral no trata de lo que sean o cómo sean las cosas o los fenómenos, no trata de lo que hay, sino que trata de lo que queremos que haya.
Cuando se le dice a alguien, «eso está mal», o «no debes hacer eso», no estamos describiendo lo que hizo, sino diciendo que esa decisión no debería haberla tomado, que debería haber tomado otra decisión, que hubiera dado origen a otra realidad distinta. (Si, por ejemplo, robas algo creas una realidad distinta de si no lo has robado. Cuando alguien te afea que hayas robado no se limita a decir «Fulanito, te he visto saltando por la ventana de la casa de Menganito, luego entraste sigilosamente en el comedor, donde había una vajilla de plata, la agarraste sin que te viese nadie, la metiste en una mochila y saliste silenciosamente con ella», sino que condena como mala esa conducta, ese hecho).
Por eso una condición indispensable para que haya conducta moral es que podamos decidir hacerla o no hacerla, que podamos elegir. Esto es, que seamos libres, que no tengamos una vida predeterminada. Y ese es el primer problema con el que se encuentra Kant al analizar la conducta moral. Porque ¿realmente somos libres? ¿Tenemos capacidad de decidir por nosotros mismos? ¿No será nuestra conducta tan predeterminada como la de un animal?
El caso es que las ciencias, especialmente las ciencias de la época de Kant, parecen conducir a una visión determinista del mundo. Esto quiere decir que todo lo que sucede en la naturaleza está determinado por relaciones causales y las leyes físicas que regulan esas relaciones. De tal modo que, dada una causa, se seguirá necesariamente e inevitablemente, un efecto. La naturaleza entera es una concatenación de causas y efectos en donde todo está deter­minado de antemano. Nada, por lo tanto, sucede libremente.
Es decir, dado un estado de cosas va a producir otro, el cual va a producir otro, etc. De modo similar a esos juegos que se hacen con piezas de dominó colocadas verticalmente sobre su base más estrecha, de modo que al tirar la primera pieza esta tira la segunda, la cual tira la tercera, etc., sucediendo al final algo que ya se podía predecir al principio. La naturaleza entera sería un gigantesco juego de piezas de dominó, en el que un suceso determina el siguiente y este al siguiente, etc.
Kant está de acuerdo en que el mundo físico, natural, está gobernado por relaciones de causa-efecto, y que, por lo tanto, en dicho mundo no hay libertad. Pero Kant cree que, aparte del mundo físico, está el mundo de las decisiones humanas. La voluntad humana, esto es, la ca­pa­cidad humana de tomar decisiones, es libre.

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¿Cuándo son libres nuestras decisiones?
Ahora bien, ¿no podría suceder que nuestras decisiones, que nosotros creemos que son libres, estuviesen también determinadas por leyes naturales como la de los minerales, las plantas, los animales, etc.?
Si dejo el bolígrafo con el que escribo en el aire y lo suelto se caerá al suelo necesariamente. Puedo prever lo que va a pasar antes de hacerlo. El bolígrafo no elige. Cuando coloco una planta viva al sol comienza a realizar el proceso de fotosíntesis. También puedo prever lo que va a suceder antes de que suceda. La planta no elije. Si dejo un perro hambriento ante un hueso con carne sé de antemano, con total seguridad, lo que va a hacer, comer la carne y roer el hueso. (Salvo que sea adiestrado por humanos para hacer otra cosa, pero entonces también puedo prever lo que va a hacer).
¿Sucede lo mismo con los humanos? Obviamente hay casos en los que sí. Si salgo por la ventana pretendiendo permanecer en el aire me voy a dar un batacazo, porque sobre mí opera la misma atracción gravitatoria que sobre bolígrafo que mencionamos antes. Si me pongo al sol sin protección no realizaré la fotosíntesis porque mis células no están preparadas para eso, pero me pondré moreno, me quemaré o me pillaré un cáncer de piel, dependiendo de mi tipo de piel y de la cantidad de tiempo que esté al sol. Si tengo hambre y dispongo de comida voy a sentir un fuerte impulso que me llevará a comer, salvo que haya otro impulso contrario: una determinada amenaza por ejemplo. Pero entonces solo se trata de que sigo el impulso más fuerte en ese momento. No parece una decisión libre. ¿Dónde está entonces la libertad de elegir?
Pues bien, Kant está de acuerdo en que la mayoría de nuestras decisiones están determinadas por impulsos, deseos, miedos, amenazas, etc., que no controlamos. Pero dice que existe la posibilidad de que actuemos libremente siempre que se den ciertas condiciones. ¿Qué condiciones?
Pues básicamente que nuestra voluntad no se deje determinar por nada externo a ella misma. (Es decir, que nuestra voluntad no se deje influir por nada ajeno a ella misma a la  hora de tomar decisiones).
¿Y cuándo sucede eso? Pues cuando la voluntad se da órdenes a sí misma.
Pero para que la voluntad se dé órdenes a sí misma la voluntad tiene también que obedecerse a sí misma. Es decir, la voluntad tiene que someterse a las decisiones que se impone ella a sí misma. Y a eso, a someterse a las decisiones que nos imponemos a nosotros mismos, se le llama actuar por deber.
De ahí que la original conclusión a la que llega Kant sea la siguiente: actuamos libremente cuando actuamos movidos por el deber (que nos imponemos a nosotros mismos). Cuando, por el contrario, actuamos guiados por los impulsos, deseos, amenazas, miedos, etc., estamos determinados por causas que vienen de fuera de nuestra propia voluntad y no somos libres.

Resumiendo:
(1) Para que haya conducta moral esta tiene que ser libre. Un comportamiento que no sea libre (por ejemplo, que nos dé un ataque al corazón mientras vamos conduciendo y matemos a un peatón) no tiene nada que ver con la moral. No se puede acusar al conductor que ha sufrido el ataque de que haya actuado moralmente mal o bien, porque él no ha podido elegir sufrir el ataque).
(2) Solo hay conducta libre si la voluntad se da órdenes a sí misma, sin dejarse influir por impulsos, deseos, amenazas, miedos, etc.). Y eso sucede cuando actúa por deber.
(3) Por lo tanto, actuar moralmente es actuar por deber.
(4) Por eso las normas morales tiene que expresarse en forma de deberes (esto es, tienen que expresarse en forma de un mandato que nos imponemos a nosotros mismos, en forma de un imperativo).
     
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Las normas morales
A partir de estas conclusiones que hemos ido sacando se trata ahora de encontrar unas normas morales para guiar mi conducta. Estas normas morales, como ya hemos dicho, tienen que expresarse como un deber que la voluntad se imponga a sí misma. Pero una norma que expresa un deber es lo que en gramática llamamos un imperativo.
Ahora bien, los imperativos pueden ser de dos tipos: hipotéticos y categóricos.
Un imperativo hipotético expresa un deber pero condicionado a algo. Por ejemplo: «Si quieres estar sano "debes" llevar una dieta equilibrada».
El problema es, cómo sé lo que tengo que hacer para alcanzar eso que me dice el imperativo. En el ejemplo anterior, ¿cómo sé que una dieta equilibrada me ayuda a estar sano?  Pues estudiando cómo funciona la naturaleza, en este caso estudiando cómo funciona el organismo humano, y ateniéndonos a ese funcionamiento.
Pero entonces este tipo imperativos no sirven para establecer normas morales, porque incumplen una de las condiciones que estas deberían tener: que sean decididas libremente. Y, en este caso, yo no soy libre de decidir que la dieta equilibrada me ayude a estar sano. Es el organismo que funciona así, con independencia de lo que yo me proponga. (Lo que sí podría decidir libremente es querer estar sano o no, pero eso ya sería otra norma).
Tenemos entonces que las normas morales tienen que expresarse en forma de imperativos, pero los imperativos hipotéticos no valen. ¿Tendrán que expresarse, entonces, en forma de imperativos categóricos? Veamos:
Un imperativo categórico es un imperativo que expresa un mandato absoluto. Sin condiciones. Ejemplos de imperativos hipotéticos pueden ser: «No debes robar», «No debes matar», «Debes ayudar a quienes sufren violencia», etc.
Parece que ya hemos encontrado las normas morales que andábamos buscando. Para comportarme moralmente solo debo seguir ese tipo de imperativos que hemos mencionado. Y al revés, de quien no siga esos imperativos diremos que es un inmoral.
Pero, un momento, ¿es así? ¿Las conductas que cumplan con estas reglas son conductas morales?

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Actuar «conforme» al deber y actuar «por» deber
Imaginemos la siguiente situación: tenemos a dos clientes, que vamos a llamar A y B, en una sucursal bancaria, esperando que le atienda el único empleado que hay trabajando. El empleado está atendiendo a un tercer individuo que quiere hacer un ingreso considerable de dinero que trae en un maletín. Pongamos que medio millón de euros. (Que entre un particular con medio millón de euros en una sucursal no es muy creíble, pero se trata de una hipótesis imaginaria, y puestos a imaginar...). En ese momento entra un atracador, que obliga al empleado a apagar las cámaras para que no le graben y exige que le entreguen el maletín. Pero resulta que el dueño del maletín estaba armado y saca su pistola. El atracador muy nervioso, pues no contaba con esto, dispara varias veces matando al dueño del maletín y al empleado del banco. Desbordado por la situación sale corriendo dejando el maletín con el dinero encima del mostrador. Los clientes A y B miran de reojo al maletín y hacen la siguiente reflexión:
A: ¡Medio millón de euros! ¡Esto es una ocasión de las que se te presentan una vez en la vida! Si me los reparto con el pringado de la derecha nadie se enterará jamás de que los hemos robado. Se lo voy a proponer a ver qué pasa... Uff, espérate. ¿Habrá apagado el del banco todas las cámaras? Que estos tienen sus trucos. No vaya a ser que al final me quede sin un euro y con unos añitos de cárcel. Y encima la fama que te ganas para el resto de tu vida... Bueno, mejor lo dejo que después de todo tampoco me va tan mal.
B: ¡Medio millón de euros! ¡Esto es una ocasión de las que se te presentan una vez en la vida! Si me los reparto con el pringado de la izquierda nadie se enterará jamás de que los hemos robado. Se lo propongo... Uff, ¡qué demonios estás pensando tío! ¡Acaso quieres convertirte en un ladrón! Recuerda, ¡no se debe robar!
De modo que, finalmente, los dos clientes dejan el maletín encima de la mesa y acuerdan llamar a la policía y una ambulancia y se quedan esperando a que lleguen.
Pues bien ¿diremos de la conducta de esos individuos que ha sido una conducta moral? ¿Es una conducta moral la de A? ¿Es una conducta moral la de B?
Si consideramos como norma moral válida la de que «no se debe robar» ciertamente los dos han cumplido con la norma. Ninguno de los dos ha robado, ni lo ha intentado, teniendo ocasión de hacerlo.
Sin embargo parece que estaremos de acuerdo en que la conducta de A no ha sido una conducta moral (aunque tampoco inmoral, ciertamente, porque no ha robado). Y parece que estaremos de acuerdo en que la conducta de B sí ha sido una conducta moral.
Pero si los dos han hecho lo mismo ¿en dónde está la diferencia?
Obviamente no en «lo que» han hecho, sino en la «voluntad» con la que lo han hecho.
El individuo A ha cumplido con la norma, pero por miedo a las consecuencias. Su decisión no ha sido libre, ha sido condicionada. Dos impulsos han luchado y uno, el miedo, ha vencido al otro, el deseo de riqueza. Kant diría que el individuo A ha actuado «conforme» al deber, pero no por deber.
En individuo B ha actuado sin pensar en ningún condicionante externo, movido únicamente por un sentido del deber que se ha impuesto a sí mismo. Tal individuo ha actuado, no solo conforme al deber, sino «por» deber.

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El imperativo categórico kantiano
Recapitulemos: tenemos que las normas morales tienen que expresarse en forma de deberes. Que la expresión de un deber es un imperativo. Que los imperativos hipotéticos no sirven para expresar normas morales. Pero parece que cumplir con un imperativo categórico tampoco es suficiente. Se puede cumplir con el imperativo categórico «no debes robar», como hemos visto en la hipótesis anterior, sin que eso signifique que nuestra conducta sea una conducta moral.
El problema es, que bajo la apariencia de cumplir con un imperativo categórico estamos cumpliendo con un imperativo hipotético. El individuo A, que no roba, en realidad lo hace porque no quiere ir a la cárcel, ganarse mala fama, etc. Parece que está cumpliendo con el imperativo categórico que dice: «No debes robar». Pero en realidad está cumpliendo con el imperativo hipotético que dice: «Si no quieres ir a la cárcel, ganarte mala fama, etc., no debes robar».
Por eso un auténtico imperativo categórico, una norma moral, no debe decir lo que debes hacer, sino que debe indicarte la voluntad con la que debes actuar. Es la voluntad con la que actúas lo que convierte tu decisión en moral o inmoral. No lo que «de hecho» hagas.
Y ahora ya tenemos todas las condiciones para elaborar una norma moral:
(1) Tiene que expresar un deber, y por lo tanto tiene que tener la forma de un imperativo.
(2) Tiene que tener la forma de un imperativo categórico.
(3) Tiene que decir con qué voluntad debes actuar, no lo que debes hacer porque esto es lo de menos.
Pues bien, Kant encuentra una norma que cumple estas condiciones, y a la que se le ha denominado imperativo categórico kantiano. Esa norma aparece expresada de dos formas básicas, que son las siguientes:
«Debes obrar de modo que puedas querer la máxima de tu acción como una ley universal». (Es decir, obra de tal modo que lo que consideres válido cuando lo hagas tú debes considerarlo válido cuando lo haga cualquier otro).
«Debes obrar de modo que tomes la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin y no solo como un medio». (Esto es, al actuar debes considerar siempre que las personas son fines, tienen valor por sí mismas, y no solo medios o instrumentos para tus intereses).

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Normas morales y dignidad
Como hemos visto las normas morales que se desprenden de la concepción kantiana de la moral nos llevan a sostener que para que haya comportamiento moral el individuo no puede estar sometido a nada fuera de sí mismo. Esto es, la vida de la persona no debe estar hecha en función de nada fuera de sí misma. Lo que es lo mismo que decir que la vida de las personas tiene valor por sí misma, no es un mero instrumento al servicio de algo.
Pues bien, a eso, a no estar sometido a nada fuera de sí mismo, a no convertir a la vida de las personas en un medio al servicio de otra cosa, es a lo que se llama dignidad humana. Por eso se puede decir que el fin último al que conduce la moral kantiana es la defensa de la dignidad.

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Éticas materiales y éticas formales
Una vez que Kant ha desarrollado su proyecto ético, o de moral racional, clasifica todos los proyectos éticos desarrollados hasta entonces en dos tipos, que llama éticas materiales y éticas formales.
Éticas materiales son aquellas que te dicen lo que debes hacer, aquellas cuyas normas establecen un contenido: no robar, no matar, seguir los deseos naturales y necesarios pero no los innaturales e innecesarios (como dice Epicuro), etc. A eso que debes o no debes hacer le llama Kant la materia de la norma. Pero eso a este tipo de éticas le llama éticas materiales. De estas éticas dice Kant que, propiamente hablando, no son éticas, sino estrategias para llevar una vida más o menos cómoda, más o menos feliz. Según Kant todas las éticas desarrolladas hasta entonces (la de Sócrates, la ética aristotélica, la hedonista de Epicuro) son éticas materiales.
Éticas formales son aquellas que ponen el acento en la voluntad con la que se debe actuar y no en lo que de hecho se hace. Es decir, aquellas cuyas normas no te dicen lo que debes hacer sino la voluntad con la que debes hacerlo. A la voluntad con la que cumples una norma le llama Kant forma de la acción. Por eso a este tipo de éticas le llama éticas formales. La única ética formal desarrollada hasta entonces es la suya propia.

ACTIVIDADES
1. Subraya los términos del texto cuyo significado no conozcas y búscalo en un diccionario, en alguna página fiable de Internet, o pregúntaselo a tu profesor. (Te puede ser útil el blog: http://terminoseticosypoliticos.blogspot.com/).
2. ¿Cuál es la condición fundamental para que existan conductas morales? (Es decir, para que una conducta pueda ser juzgada como moralmente buena o moralmente mala).
3. ¿Qué es el determinismo?
4. ¿Qué características tiene que tener una decisión, según Kant, para que se pueda decir que es una decisión libre?
5. a) ¿Qué es un imperativo? b) ¿Qué es un imperativo hipotético? c) ¿Qué es un imperativo categórico?
6. a) ¿Qué diferencia hay, según Kant, entre actuar conforme al deber y actuar por deber? b) ¿Cuál de estos dos modos de actuar es el propiamente moral? ¿Por qué?
7. ¿Qué características ha de tener una norma para que se la pueda calificar de norma moral?
8. ¿Qué es y qué dice el imperativo categórico kantiano?
9. a) ¿Qué entendemos por dignidad? ¿Por qué la ética kantiana conduce a la defensa de la dignidad humana?
10. a) ¿A qué llama Kant éticas materiales? b) ¿A qué llama Kant éticas formales?

Los derechos de autor de esta entrada pertenecen a D. Alejandro Bugarín Lago.
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